martes, 25 de diciembre de 2012

Piloto


Comprar regalos a seres queridos es siempre un tortuoso camino que recorro tres veces al año. Sin embargo lo recorro con una sonrisa por dentro y con el ceño fruncido por fuera. Como un placer por el castigo, un masoquismo. Voy dando vueltas y vueltas por distintos centros comerciales buscando ese obsequio que no solo le tiene que gustar al ser querido sino también a mí.

Después de la trigésima vuelta por el centro comercial el Polo, después de quejarme de que tan caras estás las cosas por esta parte de Lima, después de mirar cientos de productos sin decidirme a elegir alguno, después de pensar que debí haber usado un polo que no estuviese tan percudido, o que debí haberme afeitado para no parecer un pordiosero (la elegancia española del bigote no la veo en ninguna parte de mi rostro sin afeitar, solo veo dejadez y suciedad). Para ser justos era día domingo, ni siquiera debí haberme bañado ese día. Después de tantas indecisiones, o mejor dicho en medio de estas, la vi.

Ni siquiera vi su rostro completo, solo de perfil. Sus cabellos negros como el azabache, su piel blanca como la porcelana.  ¿Ojos grandes? tal vez, ¿nariz respingada? De repente. Lo único que sí puedo asegurar es que no necesite verla por completo para sentir una gran atracción. Mujeres atractivas ese día abundaban ¿qué tenía esta mujer que no tenía las demás?

El famoso no-se-qué hizo su aparición. Aquello tan intrínseco al ser humano, aquello que aseguró nuestra supervivencia durante milenios, aquella fuerza misteriosa (tal vez  efectos de la química cerebral) salió a escena y robo el espectáculo de aquel día. Si alguien me hubiese visto detenidamente en ese momento tal vez se hubiese percatado de mis pupilas dilatadas, las cejas levantadas y tal vez, solo tal vez, un amago de sonrisa estúpida.


En total fueron unos treinta segundos para llegar hasta ella y pasar por su lado. Estaba hablando ella por teléfono y parece que esperaba a alguien. Treinta segundos para pasar y luego no volver a verla nunca más.

No sé tú pero yo daría vueltas más seguido por ese centro comercial. Y esta vez afeitado y con un polo que no esté tan horrible.

Imagen algo relacionada con el tema del post obtenida de Serge Marshennikov